lunes, 17 de octubre de 2011

Amor se llama el juego

El agua apaga el fuego
y al ardor los años.
Amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
Y cada vez peor 
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo,
sin rastro de nosotros
Joaquín Sabina





Suicidas a domicilio

Quién no ha subido nunca a la cornisa de las cosas imposibles. Quién no ha palpado jamás el vacío de un por qué no. Quién no ha sentido el precipicio de las cosas que algún día juró no hacer. Quién no se ha visto en el espejo de un me da miedo, de un ya nos veremos, de un quédate hoy. Que levanten la mano y escondan la piedra. Que madruguen si les ayuda, que dios les pille "confesaos". Estas letras miopes sobre líneas retorcidas quieren rendir mi humilde homenaje a todos aquellos que alguna vez se han deja­do la piel por dejarse llevar, a todos los que mandaron su razón a la mierda y lo hicieron de todo corazón, a los que ya no encuentran porque se lo han buscado, a los que prefieren vivir de esta manera antes que irse muriendo de cualquier otra, a los que eligen desterrarse de toda estabilidad y exiliarse de cualquier cosa parecida a la comodidad. Hedonistas por encargo, suici­das a domicilio, inquietos por vocación. Un ole para todos y cada uno de ellos. Un aplauso de parte de cada uno de mis poros. A estos inadaptados emocionales sólo les mueve lo que real­mente les mueve, sólo lo sienten si no se les hace sentir. Recha­zan la continuidad como valor supremo y absoluto, absurda ley que postula que las cosas, con el tiempo, no hacen más que mejorar, enriquecerse y madurar. Y eso, para los que hacen negocio vendiéndonos un futuro mejor, resulta particularmente incómodo. Iglesia, Estado y grandes corpo­raciones se enriquecen a base de endiñarnos un mañana muchísi­mo más prometedor que este ahora, el único que realmente nos per­tenece. De ahí que haya que sedarnos con mentiras tan vendibles y eternas como sacrificio, esfuerzo, inversión, pensiones y vida eter­na. El sudor de tu frente, el valor del contribuyente, porque tú lo vales. Toma, tú vete haciendo tus insignificantes planes para ser feliz el día de mañana, no se te vaya a ocurrir intentarlo a día de hoy, que eso no computa, no cotiza y lo que es peor, no renta. Malos tiempos para ser incoherente, impulsivo, espontáneo. No es muy maduro eso de llevarse la contraria a uno mismo. No queda bien intuir en lugar de razonar. No parece inteligente tener corazonadas y sentir en consecuencia. Siempre aparece una Wendy Pan dispuesta a recordarte que igual Nunca Jamás valió la pena. Siempre hay una mirada con­descendiente deseándote suerte... otra vez. Pues mira, tú haz lo que quieras, pero yo me niego. Me niego a que conceptos como pasión, taquicardia y enamoramiento, estén mal vistos sólo por efímeros, transitorios o coyunturales. Me niego a creerme que los que renuncian a ellos y duran mucho tiempo son más felices, ríen más y sufren menos. Que tanto des­calabro sentimental a nuestro alrededor igual es síntoma de que hay algo que no funciona. Que el que no engaña, está a punto de hacerlo, y el que no, es porque le da pereza, y que Barbie hace tanto tiempo ya que no lo hace con Ken que hasta se le olvida de fabricarse con vagina. Como alguien escribió alguna vez, cuando habla el corazón es de mala educación que la razón le contradiga. Y de muy mal gusto, añadiría.
Risto Mejide

lunes, 10 de octubre de 2011

Te he mentido.

Te he mentido. Justo lo que te juré que jamás haría. Lo he hecho. Repetidas veces. Aunque eso no es lo peor. Lo peor es que lo he venido haciendo desde hace tiempo atrás. Te dije que esto era imposible. Te dije que buscaras de manera paralela una nueva vida si así lo deseabas. Te intenté explicar que este sueño era imposible transportarlo al mundo real. Que tú serías una estación en mi vida. Que serías un postre dulce, a pesar de mi colesterol. Y que si alguno de los dos empezaba a querer, esto acabaría. Después te dije que a pesar de que esto era lo que siempre había deseado, no estaba en el mejor momento de mi vida. Que la edad siempre sumará más que las vidas de un gato. Y que las nuestras no tienen nada que ver. Te conté que me encantaba acostarme sin saber si mañana volvería a saber algo de ti. Por la prisa de estar contigo. Por la calma de estar junto a ti. Te puse en el lugar de mis debilidades, pero nunca en el de mis preocupaciones ni logros. E ignoré que esa bestia, si no come de nuestros momentos, me come a mí. 
Te vendí un segundo en tu vida que, se convirtió en horas. Te vendí una tarde a mi lado que, se convirtió en una reiteración de ellas. Te vendí un pacto que ambos terminamos por olvidar, aunque lo recordemos diariamente. Y tú, decidiste comprar. No sé qué pensaste al pagar semejante precio. O mejor aún. No sé por qué paraste en este puesto ambulante estando de oferta aquel establecimiento con trastienda de lujo. Me creíste cuando te dije que no te mentiría. Decidiste creerme. Al igual que yo, necesitaste creer para poder querer. Querer verme, me refiero. Dejé de mentirme, para hacerlo contigo. Vaya par de sedentarios que se hicieron los nómadas, no sé a quién quisimos engañar. Pero qué lindo engaño, la verdad. Ojalá todos los engaños tuviesen momentos tan dulces como los nuestros. Ojalá todas las mentiras llevasen tanta razón, tanta verdad. 
Discúlpame, te lo ruego, te lo sigo rogando. No sé ni cómo me lo vuelvo a creer yo cada vez. Me he contado este cuento tantas veces que hasta mi subconsciente pasa apuros en sueños haciéndose el crédulo. No me mires así. No es algo de lo que me pueda sentir orgullosa. 

respirar.jpg

Piensa que el hecho de que yo te mintiese no significa que fueses tú el único engañado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Perdona.

-¿Qué puede haber más hermoso? ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr? Con lo bonito que es entregarse a otra persona, confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.
- Sí, es muy hermoso. Pero entre nosotros hay 20 años de diferencia.
- Vale, ya sabía que antes o despues acabaría saliendo el tema. Pero estoy preparada. Aquí está... Tom Cruise y Katie Holmes, Luca Cordero di Montezemolo y Ludavica Andreoli, Woody Allen y SoonYi, Pierce Brosnan y Keely Shaye Smith... Están también todos los que tienen la misma edad o casi, que se llevan uno o dos años, e igualmente se han separado. Pero ¡esta lista no cabía ni en un camión! Ya sabía que algún día me serviría, pero esperaba que no fuese así. El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra <<nunca>>. Qué tengo que ver yo con tu pasado, yo soy una invariable enloquecida de tu vida. Pero no voy a convencerte de ello. El amor no es sabiduría, es locura... Hasta hicieron un anuncio...