Te he mentido. Justo lo que te juré que jamás haría. Lo he hecho. Repetidas veces. Aunque eso no es lo peor. Lo peor es que lo he venido haciendo desde hace tiempo atrás. Te dije que esto era imposible. Te dije que buscaras de manera paralela una nueva vida si así lo deseabas. Te intenté explicar que este sueño era imposible transportarlo al mundo real. Que tú serías una estación en mi vida. Que serías un postre dulce, a pesar de mi colesterol. Y que si alguno de los dos empezaba a querer, esto acabaría. Después te dije que a pesar de que esto era lo que siempre había deseado, no estaba en el mejor momento de mi vida. Que la edad siempre sumará más que las vidas de un gato. Y que las nuestras no tienen nada que ver. Te conté que me encantaba acostarme sin saber si mañana volvería a saber algo de ti. Por la prisa de estar contigo. Por la calma de estar junto a ti. Te puse en el lugar de mis debilidades, pero nunca en el de mis preocupaciones ni logros. E ignoré que esa bestia, si no come de nuestros momentos, me come a mí.
Te vendí un segundo en tu vida que, se convirtió en horas. Te vendí una tarde a mi lado que, se convirtió en una reiteración de ellas. Te vendí un pacto que ambos terminamos por olvidar, aunque lo recordemos diariamente. Y tú, decidiste comprar. No sé qué pensaste al pagar semejante precio. O mejor aún. No sé por qué paraste en este puesto ambulante estando de oferta aquel establecimiento con trastienda de lujo. Me creíste cuando te dije que no te mentiría. Decidiste creerme. Al igual que yo, necesitaste creer para poder querer. Querer verme, me refiero. Dejé de mentirme, para hacerlo contigo. Vaya par de sedentarios que se hicieron los nómadas, no sé a quién quisimos engañar. Pero qué lindo engaño, la verdad. Ojalá todos los engaños tuviesen momentos tan dulces como los nuestros. Ojalá todas las mentiras llevasen tanta razón, tanta verdad.
Discúlpame, te lo ruego, te lo sigo rogando. No sé ni cómo me lo vuelvo a creer yo cada vez. Me he contado este cuento tantas veces que hasta mi subconsciente pasa apuros en sueños haciéndose el crédulo. No me mires así. No es algo de lo que me pueda sentir orgullosa.
Piensa que el hecho de que yo te mintiese no significa que fueses tú el único engañado.