sábado, 10 de diciembre de 2011

That's life..

Me conformo con bailar un rato con la felicidad, cantarle un blues, meterle mano, que me de un toque. Empezar a asimilar lo raro que es todo si no estás, andar así no hay bicho humano que lo enfoque.
Dos gotas se caen al mar: una flota, la otra se ahoga; las dos tiemblan no por igual. Se fue, su par pensó: "that´s life"

Nos vino a visitar la cruda realidad. Entró sin llamar.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Llegará

El día que deje de odiarte, te habré olvidado


Etapas de la vida

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.
Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!
Paulo Coelho

Bésame y que espere la vida

Déjame vivir tus días, beber de tu sonrisa, soñar que sueñas conmigo... 





miércoles, 7 de diciembre de 2011

Un nuevo resurgir de las cenizas..

Según Ovidio, "cuando el Fénix ve llegar su final, construye un nido especial con ramas de  roble y lo rellena con canela, nardos y mirra, en lo alto de una palmera. Allí se sitúa y, entonando la más sublime de sus melodías, expira. 
A los 3 días, de sus propias cenizas, surge un nuevo Fénix y, cuando es lo suficientemente fuerte, lleva el nido a Heliópolis, en Egipto, y lo deposita en el Templo del Sol". 


Como el nuevo Fénix acumula todo el saber obtenido desde sus orígenes, un nuevo ciclo de inspiración comienza.

martes, 6 de diciembre de 2011

Cuando quiere llover y no llueve

Cuando quiere llover y no llueve se secan los pantanos de ideas. 
Cuando quiere llover y no llueve se agota la melancolía, el agua de los artistas, la sed de los solteros y de los que no están cansados, también. El cielo envida tormenta, el día nos miente sobre su edad y entre tanto farol mal calibrado, todos acaban alumbrando sobre mojado. Cualquier tarde huele a domingo, cualquier tontería suena a canción. Dos notas mal puestas, y ya recuerdan a un fado. Unos acor­des trasteados, y ya suenan a blues. Suerte que están Chet, Ella, Billie, Dinah, Louis y Frank. Suerte que están Duke, Earl, Miles, Sarah, Ninay Nat. Hay que ver qué pocos colores siguen vivos cuando quiere llover y no llueve. La mayoría de tonalidades reptan moribundas hasta la retina, a medio camino entre el gris de los banqueros gri­ses y el negro de sus cuentos corrientes para no dormir. Incluso a los más agraciados se les sube el pálido fluorescente de ascensor, ése que nos sienta a todos tan bien. 
Vivimos de reojo cuando quiere llover y no llueve. Nadie se atreve a hacer planes, se aplazan las ilusiones más frágiles, que son las cotidianas, y así no hay forma humana de sonreír, ni mucho menos de sonreírse. Además, en cualquier momento todo puede precipitarse, y habrá que buscar con urgencia ese sofá que regale abrazos y esa manta voladora que nos trans­porte tan lejos como lo permita un /the end./ En medio de tanto desfile de paraguas cerrados, los altos mandos milibares parecen los únicos preparados para las altas presiones. Y es que cuando quiere llover y no llueve, hasta los insignifi­cantes hombres del tiempo se vienen arriba en su minuto de fama, deleitándose en ese momento de máxima audiencia en el que pro­nunciarán sus tres palabras mágicas, ese fin, ese de, ese semana. Ese en fin. 
Quizás por todo ello, cuando quiere llover y no llueve, uno desea que, aunque jamás vaya a ser a gusto de todos, des­cargue ya violentamente o que suene de una vez un rayo de sol, pero que por favor el clima se defina en toda su contundencia. Como aseguran los expertos, cualquier ambigüedad, empe­zando por la meteorológica, es el principio de toda ansiedad. Y a mí, ésta casi me está matando la última oportunidad de pedir­te perdón. El mundo a punto de todo, las cosas a medio sentir y yo con estos celos. Celos de no estar contigo, de no verte mucho más. Celos de no sentirte mucho menos. Celos absurdos incluso antes de estar en celo. Celos humanos de ti. Y mientras siembro este sinsentido, una borrasca cíclica y antíci-clónica anticipa litros de chubascos bajo ese par de pupilas tuyas rodeadas de nubes. Mientras me expongo a tanta inclemencia, marejada tú de tanta discusión, crecen bucles de inestabilidad con tendencia a cualquier cosa menos a desaparecer.

Todo esto cuando quiere llover y no llueve. 
Todo esto cuando quiero querer y no quieres. 
Cuando estoy suplicando que te que­des... y ya hace rato que te vas.


Risto Mejide

lunes, 28 de noviembre de 2011

El vals del adiós


Me voy pero no llores, tú no estés triste.
Me largo porque no soy tu mejor opción.
Prefiero no ver tus ojos al despedirme
y al ser feliz con otra canción.

Huir fue mi costumbre cuando hay tormenta,
mi traje de cobarde me sienta bien.
Qué pronto se hizo tarde, pido la cuenta;
dos besos de propina y hasta otra vez.

Y brindo por esas noches donde todo era alegría,
esa mezcla de sonrisas y rock&roll.
Esas tardes de verano apurándonos los cuerpos,
valía más el bar de abajo que toda nueva york

Acepto la derrota como costumbre,
asumo tu destierro o solución.
Ya no arde la madera, no queda lumbre;
cenizas de un pasado que ya pasó.

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Me voy cantando el vals del adios.....

domingo, 27 de noviembre de 2011

Vete




Y ahora vete, cambia de rumbo, coge trenes, crece, revoluciónate y desaparece.
Y toma aire y grita al mundo y siente y baila con quien quieras.

Y ahora vete, y no te vuelvas a mirarme, vete. 
Coge tus cosas y después te pierdes.


Y nunca vuelvas a decir que sientes si no sientes...


sábado, 19 de noviembre de 2011

Carta de despedida


Amor. Te escribo mis últimas palabras con más de mil lágrimas en mi tez dado que dedicarte un adiós quema mi vida. Te escribo para que sepas que nunca olvidaré la sensatez que me regalaste y los sueños que me hiciste vivir. Hablando de sueños, te dejo que sueñes conmigo cada vez que lo desees, yo lo haré incluso cuando esté despierto. Ese sueño al que debemos sonreírle porque sucedió y no llorarle porque terminara.

Amor, de manera real nunca volveré a tu lado, pero de manera abstracta seré eternamente tuyo, es un hecho.

Te remito para que no olvides los paseos juntos de la mano, cargados de sensaciones vibrantes y miradas cargadas de ilusión. Me dirijo para que recuerdes, mi vida, que me hiciste sentir la mejor sensación del mundo, la que uno siente cuando está completamente enamorado, la de ser mejor persona.

Quizá, si esta carta llega a otras manos, dirán que estoy completamente loco y que digo tonterías desmedidas. El que coja nuestra carta lo dirá, porque pensar, pensará que no puedo estar más cuerdo y decir nada más bonito; porque el amor ha llegado a la vida de todo el mundo y cuando lo hace golpea con fuerza. Así que no me tomen por loco cuando pagarían por vivir lo que yo viví.

Repito, en abstracto, eternamente tuyo.

Víctor Moreno

viernes, 4 de noviembre de 2011

So tired...

I know she loves the sunrise. No longer sees it with her sleeping eyes. And I know that when she said she's gonna try it might not work...

lunes, 17 de octubre de 2011

Amor se llama el juego

El agua apaga el fuego
y al ardor los años.
Amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
Y cada vez peor 
y cada vez más rotos
y cada vez más tú
y cada vez más yo,
sin rastro de nosotros
Joaquín Sabina





Suicidas a domicilio

Quién no ha subido nunca a la cornisa de las cosas imposibles. Quién no ha palpado jamás el vacío de un por qué no. Quién no ha sentido el precipicio de las cosas que algún día juró no hacer. Quién no se ha visto en el espejo de un me da miedo, de un ya nos veremos, de un quédate hoy. Que levanten la mano y escondan la piedra. Que madruguen si les ayuda, que dios les pille "confesaos". Estas letras miopes sobre líneas retorcidas quieren rendir mi humilde homenaje a todos aquellos que alguna vez se han deja­do la piel por dejarse llevar, a todos los que mandaron su razón a la mierda y lo hicieron de todo corazón, a los que ya no encuentran porque se lo han buscado, a los que prefieren vivir de esta manera antes que irse muriendo de cualquier otra, a los que eligen desterrarse de toda estabilidad y exiliarse de cualquier cosa parecida a la comodidad. Hedonistas por encargo, suici­das a domicilio, inquietos por vocación. Un ole para todos y cada uno de ellos. Un aplauso de parte de cada uno de mis poros. A estos inadaptados emocionales sólo les mueve lo que real­mente les mueve, sólo lo sienten si no se les hace sentir. Recha­zan la continuidad como valor supremo y absoluto, absurda ley que postula que las cosas, con el tiempo, no hacen más que mejorar, enriquecerse y madurar. Y eso, para los que hacen negocio vendiéndonos un futuro mejor, resulta particularmente incómodo. Iglesia, Estado y grandes corpo­raciones se enriquecen a base de endiñarnos un mañana muchísi­mo más prometedor que este ahora, el único que realmente nos per­tenece. De ahí que haya que sedarnos con mentiras tan vendibles y eternas como sacrificio, esfuerzo, inversión, pensiones y vida eter­na. El sudor de tu frente, el valor del contribuyente, porque tú lo vales. Toma, tú vete haciendo tus insignificantes planes para ser feliz el día de mañana, no se te vaya a ocurrir intentarlo a día de hoy, que eso no computa, no cotiza y lo que es peor, no renta. Malos tiempos para ser incoherente, impulsivo, espontáneo. No es muy maduro eso de llevarse la contraria a uno mismo. No queda bien intuir en lugar de razonar. No parece inteligente tener corazonadas y sentir en consecuencia. Siempre aparece una Wendy Pan dispuesta a recordarte que igual Nunca Jamás valió la pena. Siempre hay una mirada con­descendiente deseándote suerte... otra vez. Pues mira, tú haz lo que quieras, pero yo me niego. Me niego a que conceptos como pasión, taquicardia y enamoramiento, estén mal vistos sólo por efímeros, transitorios o coyunturales. Me niego a creerme que los que renuncian a ellos y duran mucho tiempo son más felices, ríen más y sufren menos. Que tanto des­calabro sentimental a nuestro alrededor igual es síntoma de que hay algo que no funciona. Que el que no engaña, está a punto de hacerlo, y el que no, es porque le da pereza, y que Barbie hace tanto tiempo ya que no lo hace con Ken que hasta se le olvida de fabricarse con vagina. Como alguien escribió alguna vez, cuando habla el corazón es de mala educación que la razón le contradiga. Y de muy mal gusto, añadiría.
Risto Mejide

lunes, 10 de octubre de 2011

Te he mentido.

Te he mentido. Justo lo que te juré que jamás haría. Lo he hecho. Repetidas veces. Aunque eso no es lo peor. Lo peor es que lo he venido haciendo desde hace tiempo atrás. Te dije que esto era imposible. Te dije que buscaras de manera paralela una nueva vida si así lo deseabas. Te intenté explicar que este sueño era imposible transportarlo al mundo real. Que tú serías una estación en mi vida. Que serías un postre dulce, a pesar de mi colesterol. Y que si alguno de los dos empezaba a querer, esto acabaría. Después te dije que a pesar de que esto era lo que siempre había deseado, no estaba en el mejor momento de mi vida. Que la edad siempre sumará más que las vidas de un gato. Y que las nuestras no tienen nada que ver. Te conté que me encantaba acostarme sin saber si mañana volvería a saber algo de ti. Por la prisa de estar contigo. Por la calma de estar junto a ti. Te puse en el lugar de mis debilidades, pero nunca en el de mis preocupaciones ni logros. E ignoré que esa bestia, si no come de nuestros momentos, me come a mí. 
Te vendí un segundo en tu vida que, se convirtió en horas. Te vendí una tarde a mi lado que, se convirtió en una reiteración de ellas. Te vendí un pacto que ambos terminamos por olvidar, aunque lo recordemos diariamente. Y tú, decidiste comprar. No sé qué pensaste al pagar semejante precio. O mejor aún. No sé por qué paraste en este puesto ambulante estando de oferta aquel establecimiento con trastienda de lujo. Me creíste cuando te dije que no te mentiría. Decidiste creerme. Al igual que yo, necesitaste creer para poder querer. Querer verme, me refiero. Dejé de mentirme, para hacerlo contigo. Vaya par de sedentarios que se hicieron los nómadas, no sé a quién quisimos engañar. Pero qué lindo engaño, la verdad. Ojalá todos los engaños tuviesen momentos tan dulces como los nuestros. Ojalá todas las mentiras llevasen tanta razón, tanta verdad. 
Discúlpame, te lo ruego, te lo sigo rogando. No sé ni cómo me lo vuelvo a creer yo cada vez. Me he contado este cuento tantas veces que hasta mi subconsciente pasa apuros en sueños haciéndose el crédulo. No me mires así. No es algo de lo que me pueda sentir orgullosa. 

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Piensa que el hecho de que yo te mintiese no significa que fueses tú el único engañado.

jueves, 6 de octubre de 2011

Perdona.

-¿Qué puede haber más hermoso? ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr? Con lo bonito que es entregarse a otra persona, confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.
- Sí, es muy hermoso. Pero entre nosotros hay 20 años de diferencia.
- Vale, ya sabía que antes o despues acabaría saliendo el tema. Pero estoy preparada. Aquí está... Tom Cruise y Katie Holmes, Luca Cordero di Montezemolo y Ludavica Andreoli, Woody Allen y SoonYi, Pierce Brosnan y Keely Shaye Smith... Están también todos los que tienen la misma edad o casi, que se llevan uno o dos años, e igualmente se han separado. Pero ¡esta lista no cabía ni en un camión! Ya sabía que algún día me serviría, pero esperaba que no fuese así. El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra <<nunca>>. Qué tengo que ver yo con tu pasado, yo soy una invariable enloquecida de tu vida. Pero no voy a convencerte de ello. El amor no es sabiduría, es locura... Hasta hicieron un anuncio...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Elegía para tí elegía para mí

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.
José Ángel Buesa

Amor tardío.

Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.

Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón...
José Ángel Buesa


jueves, 15 de septiembre de 2011

Esto se ha acabado aquí.

Estas serán las últimas palabras de las que seas protagonista. Mejor así. Se acabaron las sonrisas desganadas, se acabaron los favores a cambio de nada, se acabaron los momentos oportunistas y las miradas que parecen perdonarme la vida. Se acabaron tus gilipolleces gratuitas. Escupo palabras feas de la boca. Casi tan feas como tus cumplidos o como tú, quién sabe.

No perderé mi tiempo en invertirlo preguntándome cómo puede existir gente como tú, ya no lo haré más. Supongo que tiene que haber gente de todo tipo...

Jamás he podido permitirme el lujo de alimentarme de tanta rabia; y es que es tanta que me quita el hambre.

Poco me preocupa ya cualquier cosa. No se trata de perder o ganar, se trata de vivir, de convivir y hacerlo como mejor puedas. Se trata de tatuar en la piel tu propio estilo de vida. El mío es amor y felicidad; el tuyo es envidia e inseguridad.

Y si piensas que este bonito y unido trisquel se va a subir a la acera para que pase tu preciosa limusina, te confundes. De aquí no se mueve. Promete seguir siendo tu peor pesadilla cuando cierres los ojos.

Ahí te quedas.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Todo lo que soy se lo debo a mi ángel.

Por tí. Por ser tan grande y tan pequeño a la vez. Por cada momento inesperado que me regalas. Por ese labio que dice que algo escondes. Por esa mano que abarca las dos mías. Por esa fuerza interior que te caracteriza. Por esas ganas de verme y esa alegría que desbordas al encontrarme. Por esas palabras y esos consejos. Por esos errores. Por esas verdades. Por esos esfuerzos. Por ese cariño y ternura. Por cada paso que das. Por esas ganas de vivir.

Por esa sonrisa.

Por tí.
Porque estás aquí, para siempre.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Deja que me quede un rato más aquí..

Y antes de que te des por vencido, piensa que ésta es la única vida que podemos compartir.

Imagen de El Diario de Noa





















Me has regalado un sueño que supera cualquier realidad.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Y comprender que tal vez amar es otra cosa..

- ¿Acaso me está queriendo decir que lo de Nereida y Fonchito es amor?
- Pues no lo sé. Oiga, ¡qué preguntas! Sólo sé que los dos se quieren ver; que hablan mucho, comparten ideas, sentimientos, risas, besos, disfrutan el uno con el otro y se empiezan a necesitar... Cuando están juntos el resto del mundo se les olvida; ellos están hechos de la misma materia que los sueños.
- Parece que tiene razón. ¿Y, entonces...?
- Entonces nada. Los principios les ganan la batalla...



Miedo a amar. ¿Qué puede haber más hermoso? ¿Qué riesgo mayor vale la pena correr? Con lo bonito que es entregarse a la otra persona, confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.
El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra "nunca". Qué tengo que ver yo con tu pasado, yo soy una variable enloquecida de tu vida. Pero no voy a convencerte de ello.

El amor no es sabiduría,es locura...

viernes, 9 de septiembre de 2011

Y tú Fonchito, ¿cuándo me vas a regalar la Luna?

Fonchito se moría de ganas de besar las mejillas de Nereida, la niña más bonita de su clase. Nereida tenía unos ojos grandes y muy vivos, una naricilla respingada, unos cabellos negrísimos y una tez blanca como la nieve que debía ser -pensaba Fonchito- más suave que la seda.

Un día, durante el recreo, se atrevió a acercarse a ella y, sin que lo oyeran sus compañeros que jugaban alrededor, le dijo:
- Me gustaría darte un beso en la mejilla. ¿Me dejarías?

Nereida, ruborizándose ligeramente, lo miró muy seria antes de responder:
- Te dejaré si bajas la luna y me la regalas.

Fonchito se quedó tristón y desmoralizado. ¿Qué significaba esa respuesta sino que Nereida nunca le permitiría besarla en la mejilla?

Pero desde entonces empezó a hacer algo que no había hecho nunca antes: pasarse mucho rato mirando la Luna embobado desde el balcón o la azotea de su casa. Es decir, cuando la Luna salía, lo que ocurre rara vez en la ciudad de Lima, cuyo cielo suele estar cubierto de nubes muchos meses del año.

Uno de esos raros días en que lucía en el cielo limeño una Luna redonda como un queso, luego de estarla contemplando mucho rato, Fonchito, dando un suspiro, se disponía a bajar a su cuarto a acostarse.


Y en eso, con un aceleramiento del corazón advirtió de pronto que la Luna no sólo estaba en el cielo sino también en sus pies, reflejada en el balde-regadera que usaba don Rigoberto, su padre, para regar los maceteros con geranios que daban color y vida en la azotea de su casa. Se fue a acostar, feliz y agradecido a la casualidad o a los dioses, porque, estaba seguro, había encontrado la manera de cumplir con la exigencia de Nereida.

Al día siguiente se lo dijo, en el recreo de la media mañana:
- Ya está, ya sé cómo bajarte la Luna y regalártela. ¿Cuándo podría ir a tu casa de noche, a la hora que sale la Luna?
- Nunca- le respondió Nereida-, salvo un jueves. Porque los jueves mi papá se va al club con sus amigos y mi mamá juega al bridge con sus amigas.

El siguiente jueves, Fonchito se presentó en casa de Nereida al anochecer. La niña, a pedido de él, lo llevó a la terraza. Fonchito observó el cielo y sonrió. Tenía suerte: ahí estaba, amarilla y redonda, refulgiendo con un brillo pícaro. Entonces, pidió a su amiga  que te trajera un lavador o una olla llena de agua. Nereida lo hizo. Y se quedó observándolo intrigada. Fonchito cogió el recipiente, miró el cielo, se movió por la terraza buscando el lugar más adecuado y, por fin, depositó el lavador en el suelo. Con la mano, hizo que su amiga se acercara.

Cuando Nereida llegó junto a él y miró lo que la mano de Fonchito señalaba, vio en el fondo del recipiente, temblando levemente con el movimiento del agua, una pequeña Luna redonda y amarilla. Estuvo mirándola mucho rato sin decir nada y sin mirar a su amigo.

Fonchito se preguntaba si el corazón de Nereida estaría golpeándole el pecho tan fuerte como su corazón golpeaba el suyo. Supo que sí cuando Nereida, todavía sin mirarlo, le acercó la cara para que la besara en la mejilla.

Mario Vargas Llosa

martes, 6 de septiembre de 2011

Quien no arriesga, no vuela.







...Y cuando se hizo grande, su padre le dijo:
-Hijo mío, no todos nacen con alas. Y si bien es cierto que no tienes obligación de volar, opino que sería penoso que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado.
-Pero yo no sé volar – contestó el hijo.
-Ven – dijo el padre.
Lo tomó de la mano y caminando, lo llevó al borde del abismo en la montaña.
-Ves hijo, éste es el vacío. Cuando quieras, podrás volar. Sólo debes pararte aquí, respirar profundo, y saltar al abismo. Una vez en el aire extenderás las alas y volarás…
El hijo dudó.
-¿Y si me caigo?
-Aunque te caigas no morirás, sólo algunos machucones que te harán más fuerte para el siguiente intento –contestó el padre.

El hijo volvió al pueblo, a sus amigos, a sus pares, a sus compañeros con los que había caminado toda su vida.
Los más pequeños de mente dijeron:
-¿Estás loco?
-¿Para qué?
-Tu padre está delirando…
-¿Qué vas a buscar volando?
-¿Por qué no te dejas de pavadas?
-Y además, ¿quién necesita volar?

Los más lúcidos también sentían miedo:
-¿Será cierto?
-¿No será peligroso?
-¿Por qué no empiezas despacio?
-En todo caso, prueba a tirarte desde una escalera.
-…O desde la copa de un árbol, pero… ¿desde la cima?
El joven escuchó el consejo de quienes lo querían. Subió a la copa de un árbol y con coraje saltó… Desplegó sus alas. Las agitó en el aire con todas sus fuerzas… pero igual… se precipitó a tierra…
Con un gran chichón en la frente se cruzó con su padre:
-¡Me mentiste! No puedo volar. Probé, y ¡mira el golpe que me di!. No soy como tú. Mis alas son de adorno… – lloriqueó.
-Hijo mío – dijo el padre – Para volar hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen.
Es como tirarse en un paracaídas… necesitas cierta altura antes de saltar.

Para aprender a volar siempre hay que empezar corriendo un riesgo. 
Si uno no quiere correr riesgos, lo mejor será resignarse y seguir caminando como siempre.

Jorge Bucay



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Arriésgate, vamos. No te quedes ahí sentado. Dame la mano, volaremos juntos. Marcharemos bien lejos de aquí, donde nadie nos moleste y la luna siempre esté llena... de cosas buenas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Eres inevitable, casi como respirar.



Es inevitable esperar a que cruces de nuevo mi camino, para robarte un último beso.

Perdóname, pero es que es inevitable.

Amor enlatado



Los amores con fecha de caducidad terminan siempre pudriéndose antes de tiempo. Consúmalo antes de que se consuma.

martes, 30 de agosto de 2011

El mañana es la única utopía

Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo... ¡Qué importa eso! Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos. Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás. Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

José Saramago

lunes, 29 de agosto de 2011

Midnight in Paris.


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- Estaba pensando... qué lástima que una belleza como tú por París no necesite a un anciano como yo, que le presente Cortázar, le Pont Neuf, la Cité Universitaire, la Cream de Coeur...

La jóven se quedó callada. Sabía perfectamente que era una oportunidad que no podía perder. A su lado no sólo descubriría París, sino el sabor de la eternidad, cada poro de sus vidas y el placer  de vivirlas...

* * *

Y fue en ese mismo instante cuando despertó de aquel hermoso sueño. Se incorporó; y una vez en el aseo, se refrescó el rostro y miró su encantado reflejo en aquel espejo. Reconoció el espejo, pero había algo nuevo en sus ojos; ese brillo.

No estaba en París. Estaba allí, en aquella casa donde vivía desde hace unos años. Pero no pudo decir nada, parecía como si el silencio se hubiese apoderado de cada una de sus cuerdas vocales... Al fin, como si de un susurro se tratara, sus tímidos labios pronunciaron a penas tres palabras: "... era tan real."

B.

viernes, 12 de agosto de 2011

Para decir "con Dios" a los dos nos sobran los motivos.

Este adiós, no maquilla un "hasta luego",
este nunca, no esconde un "ojalá",
estas cenizas, no juegan con fuego,
este ciego, no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo
estas vísperas, son las de después.
A este ruido, tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón, podrido de latir
este pez ya no muere por tu boca
este loco se va con otra loca
estos ojos no lloran más por ti.
Joaquín Sabina

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martes, 9 de agosto de 2011

El pasado ya pasó.

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.

Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.

Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.

Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

Paulo Coelho

sábado, 6 de agosto de 2011

Mi mercurio favorito. Tú.

¿Sabes? Se acabó; se acabó para siempre, para SIEMPRE. Se acabó el sufrimiento, las lágrimas desmerecidas derramadas; se acabó el despecho, la incertidumbre, se acabó el desamor. Todo eso se acabó.

Ahora se avecina una nueva vida SOLA. Sí, no tengas miedo a decir esa palabra porque es menos egoísta que él. Que estés sola no quiere decir que estés vacía. Mírame a mí, mi corazón está lleno de momentos, y quizá más lleno que antes. Antes mi vida se basaba en él, en cada paso que daba, en cada sonrisa que regalaba, en cada frase que pronunciaba.

Ahora mi vida es más completa; ya no gira en torno a él, gira en torno a mí; yo soy el sol, y mis planetas están alineados tal y como yo quiero que estén. En estos momentos, por muchas razones que ambas conocemos, tú eres “mi mercurio” favorito.

Ya no vale ensuciarse las rodillas para pedir perdón o para rogar que vuelva; ya no vale ni siquiera que te duela cuando se marcha. Ya no vale que esperes con los brazos abiertos, ni un absurdo perdón, ya no vale nada. Con el tiempo te darás cuenta que los perdones no sirven de nada, que las personas nunca cambian. Con el tiempo te darás cuenta de que esa vida no te merecía.

Por muy largo y duro que sea el camino a partir de ahora, por muy rocoso que sea el sendero, yo intentaré ponértelo más fácil a cada paso.

No te maltrates más. Piensa que esa vida no era para ti; y créeme, a pesar de todo, esta vida no está tan mal como la pintas.

jueves, 7 de julio de 2011

¿Dónde coño te escondes felicidad?

Hoy me perdí en mil recuerdos que no dejan dormir, ¡cuánto veneno! .

Para sonreír son malos tiempos. 

Para caminar valen los sueños y no me quedan más, llévame a hombros.

Es tarde ya para tus besos. Fui perro para ti, no quiero huesos.

martes, 17 de mayo de 2011

Qué poco rato dura la vida eterna..

¿Acaso sabes lo que es tener inquietudes por algún aspecto de la vida?

No creo; que tú ya tienes suficiente con ser tú, con pensar como tú…
Deja todo eso a un lado hombre; la forma es efímera, mientras que la composición es permanente. Parece mentira. Parece mentira que a estas alturas de la vida esté una niña dándote clases de comportamiento y educación, pero te vendrán bien.
Luego vienen los reproches; y más tarde vuelves tú.
Yo estoy cansada, y hoy no voy a ningún lado.


Ojalá pudiera volver a respirar el aire que me llenaba los pulmones de felicidad, ojalá.