lunes, 2 de mayo de 2011

Me olvidé de poner en el suelo los pies, y me siento mejor.

Un miércoles aparentemente normal.

Abrí los ojos, todavía asustada por las imágenes que formaban parte de aquel sueño; de nuevo tú. Una y otra vez te recordaba; una y otra vez soñaba que todavía estabas, pero tenía que ser fuerte. Tú te habías marchado, y yo necesitaba proponer un cambio en mi vida: ser mujer. Ser mujer y dejar de ser la niña que un día decidiste abandonar…

Hice una lista de retos...

El primero era vivir a mi manera, ¡conseguido! Hice todo aquello que no pude hacer durante 21 meses. Disfruté de mis amigos y conocí a mucha gente...

Mi segundo reto, retarme a mí misma, y así fue. Descubrí que podía aprovechar cosas de mí que jamás había aprovechado. Intenté conocerme a mí misma, para poder dar todo de mí.

Ásí también, necesitaba proteger mi gran fragilidad. Para ello ideé un nuevo antimoscones, eficaz al cien por cien. A las pruebas me remito, algunos murieron en el intento...

Sabía que mientras yo jugara, nadie podría hacerlo conmigo; pero mis planes se torcieron. Llegaste tú, y todo mi mundo se puso boca abajo.

Y es que justo cuando parece estar todo en mis manos, éstas se deshacen y se escurren entre mis dedos. Conviertes todo a tu antojo, como si ya no tuviera poder sobre mí; como si aquello que un día ideé no tuviera efectividad contigo. Será cierto que tu naturaleza es distinta y ningún antimoscones acabará contigo; será cierto que al fin alguien merezca la pena.

¿Sabes?, puede ser que el caos se convierta en una dulce forma de vida…

No hay comentarios:

Publicar un comentario