Nos complicamos para no sentirlo, cuando lo tenemos al alcance de la mano. Damos todas las vueltas necesarias para alejarnos de él, y echamos a correr si vemos que se dirige a nosotros desesperadamente en busca de un cobijo que le guarde del frío.
Y ahí está él mirandote como jamás nadie te ha mirado...
Pero por miedo a no arriesgar, miramos a otro lado..
No hay comentarios:
Publicar un comentario